En 2010, la era del iPhone estaba en pleno apogeo, y aunque los smartphones eran aún una idea nueva e incompleta —el iPhone acababa de incorporar copiar y pegar—, estaba claro que estos grandes bloques de cristal cambiarían la forma en que hacíamos casi todo en España y el mundo. Apple ya estaba en una trayectoria imparable, pero el lanzamiento del iPhone 4 desató un drama que afectó directamente al mercado español, impulsando la economía digital, la conectividad de los ciudadanos y el auge de apps locales que transformaron el comercio, la comunicación y la cultura cotidiana en España, donde millones de usuarios adoptaron estos dispositivos cambiando para siempre sus hábitos sociales y laborales.